Esto es, junto con las guías de estilo, algo que no se suele enseñar durante la carrera. O al menos a mí no me lo enseñaron. Sí escuchamos que «en caso de duda, siempre hay que consultar con el cliente», pero nunca nos dicen cómo hacerlo. Y como es lógico, no vamos a estar llamándolo por teléfono cada dos por tres ni vamos a estar mandando correos electrónicos sueltos continuamente, porque entonces no daríamos abasto ni ellos, ni nosotros, y además perderíamos una cantidad de tiempo impresionante por gestionar mal nuestro tiempo a base de «preguntar por sistema de goteo».
¿Cómo se soluciona entonces el «preguntadle al cliente»? Pues mediante lo que se denominan queries. Como el propio nombre indica, las queries son las consultas que tenemos que hacerle al cliente, y lo mejor para este propósito es crear un documento con cualquier programa de hoja de cálculo (tipo MS Excel o Calc, de OpenOffice), aunque normalmente los clientes tienen una plantilla propia que mandan al traductor para que este siga el esquema de consulta que tienen ya establecido y que es con el que suelen trabajar. ¿Por qué un documento de hoja de cálculo? Porque la estructura de cuadrícula que utilizan estos documentos es el método más cómodo, fácil y rápido para redactar nuestras consultas y presentarle así al cliente la información de forma clara, cosa que es de agradecer, sobre todo si vas a enfrentarte a cientos de dudas en un macroproyecto que se está virtiendo a varios idiomas al mismo tiempo por diferentes equipos de distintos países. Aunque estemos acostumbrados a las tablitas de Word, utilizar Excel para este propósito es muy fácil. Solo tenéis que trastear un poco las opciones y veréis qué rápido os hacéis con él para configurar las celdas, los colores, etc.
A lo que iba. La información imprescindible que debe incluir un buen archivo de queries es:
- El nombre del archivo con el que estamos trabajando y en el que se nos plantea la duda (que es básico, pero con las prisas ya sabemos lo que pasa…).
- La ubicación exacta del segmento (si traducimos un manual de ayuda en formato PDF, pues el título del PDF y la página donde se encuentra el fragmento).
- El segmento original sobre el que tenemos la duda copiado íntegro.
- La duda que nos surge respecto a ese segmento planteada de forma clara. Nada de irse por las ramas ni divagar más de lo necesario: cuanto más clara sea la pregunta, mejor podrán respondernos.
- La posible solución provisional que hayamos adoptado, ya que en ocasiones las queries se envían al final y es el equipo encargado de la revisión quien se encarga de clarificarlas y de cambiar lo que sea necesario, o bien…
- una columna marcada expresamente para que el cliente pueda escribir las respuestas, en caso de que enviemos las queries durante el proceso de traducción (por ejemplo, el jueves de cada semana al acabar la jornada para tener las respuestas el viernes). Es muy importante tener en cuenta de dónde es nuestro cliente a la hora de programar los envíos de este tipo de documentos por cuestiones de diferencia horaria.
Pero no todas las empresas responden a las queries en el archivo de hoja de cálculo. En algunas ocasiones utilizan lo que se llama Query Tracker, una página-servidor de uso interno donde los diferentes equipos de traducción plantean sus dudas en línea. Por supuesto, para ver si el cliente ha respondido, hay que entrar al Query Tracker. Lo mejor de este sistema es que podemos consultar las preguntas planteadas por otros equipos de traducción en otros idiomas que conozcamos (si fuera el caso) y, si su duda está solventada, la podemos aplicar tranquilamente en nuestra traducción. Así, de paso, evitamos hacer preguntas duplicadas al cliente.
Dicho esto, supongo que, aquellos a los que os resulte nueva esta información, os preguntaréis: ¿y qué incluyo en un archivo de queries? Pues ante tod, cualquier duda que os surja durante el proceso de traducción y que consideréis que puede afectar a la calidad final del trabajo: términos que no aparezcan en la memoria de traducción (TM), incoherencias terminológicas que podáis detectar (es decir, el mismo término refiriéndose a lo mismo con dos traducciones diferentes), situaciones en las que os falte contexto para determinar la traducción de una palabra…
Pero estos archivos de consulta no solo sirven para preguntar nuestras dudas, sino también para dar a conocer al cliente posibles errores que encontremos en el texto de partida original. En mi caso, por ejemplo, me he encontrado con opciones de software que aparecían en la ayuda y que no existían en la TM del software ya traducido, o aparecían de manera diferente (les faltaba una palabra, cambiaba una preposición, desaparecía la mitad de la opción…) e incluso errores en el texto original, como ver en un título «Posición horizontal», y en la descripción ver: «Para colocar X en posición vertical…», lo cual era claramente un error del texto origen. Pero, como es lógico, no podemos decirle al cliente: «He encontrado este error en el texto origen», así tal cual a palo seco, porque da un aspecto bastante prepotente y creamos mala imagen de nosotros mismos. Lo ideal es plantearlo siempre a modo de duda, vaya a ser que encima nuestra intuición sea errónea y la liemos parda. De este modo, se lo notificamos al cliente para que lo tenga en cuenta por si necesitan o quieren notificarlo, y encima quedamos como buenos profesionales :D.
Ahora bien, lo que tiene de bueno lo tiene de malo y es que, dependiendo del proyecto que llevemos entre manos, con esto de las queries se puede perder muchísimo tiempo, sobre todo si nos encontramos con imprevistos como que la TM no funcione bien, que contenga demasiadas incoherencias o que tengamos que estar notificando tropecientos errores del texto origen por el motivo que sea. Aquí ya cada cual se organiza según le venga mejor: hay quien marca de alguna forma en el documento las dudas y luego dedica la última hora de la jornada a redactarlas y organizarlas, y hay quien va a caballo entre el texto y el archivo al mismo tiempo porque le resulta más cómodo hacerlo así. En mi caso, soy de las que van a caballo entre el texto y el archivo, aunque depende del texto con el que esté trabajando y de la cantidad de dudas que me surjan. ¿Cómo lo hacéis vosotros?
Pablo Muñoz Sánchez
/ 18 mayo, 2011Ah, benitas queries cuando no tenemos ni idea de qué quiere decir algo…
Yo la verdad es que no me corto y, cuando veo que algo no encaja, prefiero ponerlo en una hoja de dudas. Por supuesto, intento hacer preguntas inteligentes (que a veces la gente pregunta unas cosas…), pues sé que con cada query, todos vamos a perder tiempo: yo por un lado y el cliente por otro. Pero para bien o para mal, las queries no necesarias y siempre será mejor preguntar antes que meter la pata sabiendo que había algo que no encajaba.
Saludines,
Pablo
elartedetraducir
/ 18 mayo, 2011Uy, y tanto que benditas queries…
Sí, yo intento preguntar lo imprescindible cuando veo que algo no encaja o no sé a qué hace referencia, porque muchas veces está claro que es un error tipográfico o cosas del estilo y es tontería perder (y hacer perder) el tiempo con chorradas. Pero claro, si luego sale algo mal cuando pasan la traducción a los ingenieros (me refiero a los casos de SW), la culpa es tuya, y tampoco es cuestión xD.
Eso sí, hay veces que me hincho a escribir queries notificando solo incoherencias en la memoria o en el texto original y es un auténtico rollo…
Pablo Muñoz Sánchez
/ 18 mayo, 2011Uy, benitas no, benditas. 😉
Verónica García
/ 19 mayo, 2011Muy buena entrada, hasta ahora no había usado una hoja prediseñada así aunque he esperado a tener varias dudas para enviarlas en un único correo. A partir de ahora, usaré esta hoja.
elartedetraducir
/ 19 mayo, 2011¡Hola Verónica! Me alegro de que el post te haya servido para bien :D. Muchas veces nos complicamos la vida nosotros solos más de lo necesario…
Cecilia
/ 22 junio, 2011Pues no conocía todo esto de la hoja de consulta. Muchas gracias por la explicación, me viene de perlas 😉
Eva María Martínez
/ 22 junio, 2011¡Un placer ser de ayuda! 😉