Mi nombre es Eva María Martínez. Licenciada en TeI por la UMU en 2009, he trabajado como in-house durante más de 3 años y he dedicado otros cuantos al fansubbing. En la actualidad soy traductora autónoma y coordinadora de la Revista Traditori.
Como ya comenté aquí, la semana pasada tuvo lugar en Castellón la VI Setmana de la Traducció Audiovisual (del 23 al 25 de abril). Además de reencontrarme con compañeros maravillosos como @BeaEscudero (a quien conocí en una de las ediciones del curso de traducción de videojuegos que impartió Pablo Muñoz en Interpunct), @MTatay, @Siriastra y @escepticina (a quienes conocí en el Fun 4 All que se celebró el año pasado en Barcelona), he tenido el enorme placer de desvirtualizar a colegas no menos maravillosas como @Juditrad, @luisacalatayud, @miralmag y Valérie Menard. Además, también me presentaron a @Roser_sanchez y a Beatriz Cerezo, y tuve el enorme honor de conocer al gran Fréderic Chaume Varela.
Y tras las correspondientes menciones, paso a resumir un poquito cada ponencia para que los que no pudisteis asistir sepáis qué fue lo que allí se coció (antes de que se me olvide por completo). No incluyo aquí la crónica del taller impartido por Carme Mangiron porque, aunque me hubiera encantado, no pude asistir. Si alguna compañera se anima a hacerla, os añadiré el enlace por aquí. (más…)
El otro día estuve hablando con los administradores de Anime Underground, (el fansub de mayor calidad al español que he podido ver hasta la fecha) para ver si tenían un huequito para poder colaborar con ellos como traductora (sí, desde que Aks cerró el chiringuito, tengo mono de fansubear y fantraducir). Comentándome que en el original de AU estaban las plazas cubiertas, uno de ellos me dijo (creo que medio en broma, medio en serio) que me presentara a ENS, la rama del fansub dedicada a las series hentai (inactivo hasta nueva orden).
Lo primero que me especificó fue que para traducir en esa rama tenías que ser ya conocido dentro del fansub, es decir, que tienes que tener cierta confianza con el resto de participantes y con los que llevan el «tinglao» (lo cual ya indica que cualquiera no puede traducir este tipo de textos llegando de buenas a primeras). Y hablando del tema del léxico, me explicó que ellos no traducen los diálogos de las escenas explícitas, sino que se las inventan, y que sólo se atienen al original en los fragmentos relacionados con la trama (sé lo que estáis pensando, y os voy a contestar lo mismo que él a mi pregunta de: «¿pero los hentai tienen trama?» – «Bueno, toda la trama que un hentai puede tener»).
Reconozco que ese procedimiento me chocó bastante en un principio, pero tras pensarlo unos minutos me di cuenta de que tenía toda la lógica del mundo. ¿Por qué? Pues porque al despegarnos del texto, tenemos mayor libertad y el diálogo va a fluir con mayor naturalidad. Si nos inventamos los diálogos echándole imaginación al meternos en la escena evitaremos crear diálogos acartonados, seremos parte del personaje y seguramente pondremos lo que serían nuestras propias palabras en él.
Y entonces es cuando me planteo lo siguiente: ¿Podría suponer un texto de estas características y con ese requerimiento -inventarse los diálogos- un problema para un traductor? Está claro que para alguien que tenga ciertas creencias sí que lo va a suponer y seguramente no aceptará el encargo. Pero para un traductor que se considere un mero transmisor para evadir así cualquier implicación moral, ¿aceptaría el encargo si tuviera que mojarse poniendo sus propias palabras en el personaje? Fijaos en que la perspectiva cambia sutilmente: pasamos de ser un simple filtro a ser los creadores del diálogo. ¿Es lo mismo que veamos en una viñeta el parlamento Oh yeah, fuck me! y limitarnos a escribir su traducción (que por cierto, podemos jugar con la intensidad, desde un Oh sí, ¡dame más! hasta un Joder, sigue fol*******!) a tener que escribirlo nosotros prescindiendo de los diálogos? ¿Cabría la posibilidad de que el traductor se sintiera «sucio» por estar creando esos diálogos a partir de su mente? Tengamos en cuenta que el público no va a saber si el diálogo es inventado o no, pero el traductor sí que lo sabe. ¿Sacrificaríamos una mayor calidad en la traducción -porque estos textos también pueden tener mayor o menor calidad, ojo- en pos de una represión personal externalizada en atenernos a los diálogos y no salir de ahí por miedo a parecer unos pervertidos ante el público o ante nosotros mismos?
Hale, ahí os dejo la reflexión. Ya sabéis que los comentarios sobre vuestras impresiones serán siempre bienvenidos ;-).
Tras un montón de tiempo de inactividad vuelvo al ataque, y esta vez dedico un post al tema de los insultos. Porque aunque lo parezca, nunca es fácil decidir a qué nivel vamos a traducir un taco en ningún soporte (audiovisual o escrito).
No sé si sabréis que el español es una de las lenguas más ricas en cuanto a insultos (que, para quien le interese, están recopilados en El gran libro de los insultos), y además insultos a todos los niveles, desde «tonto» hasta otras cosas que mejor no pongo porque entonces me vetan el blog.
El arte de traducir los insultos está en ser capaz de buscar el equivalente en la lengua de destino no perfecto, sino adecuado a cada situación y soporte que estemos trabajando, ya que cada lengua tiene una manera diferente de conceptualizar la realidad. Voy a intentar poner algunos ejemplos en inglés y en árabe.
Empezamos por el inglés y voy a tocar el soporte audiovisual, que cómo no, siempre es el más afectado por estas cosas. Dentro del soporte audiovisual tenemos dos posibilidades: el doblaje y la subtitulación.
Doblaje. No sé si os habréis fijado en que la lengua inglesa abusa del adjetivo fucking para todo. He aquí un vídeo que lo demuestra claramente (se puede seguir perfectamente en inglés):
Bueno, después de las risas os habréis dado cuenta de que es real como la vida misma. La pabra fuck en inglés no tiene la única traducción de «joder» o «jodido», sino que en español se le puede dar un amplio espectro de posibilidades gracias a la riqueza «insultadora» de nuestra lengua (por eso me chirrían los oídos cada vez que escucho en un doblaje: «¡Es que ese jodido perro me ha mordido!» Por favor, eso no suena natural en español, podemos usar en su lugar «puñetero», «desgraciado», «maldito»…). Lo que pasa es que estamos tan acostumbrados a escucharlo que ya el oído se hace a escucharlo, pero si os paráis un poco y lo miráis con detenimiento, ese adjetivo no lo utilizamos en nuestro lenguaje del día a día.
Otro insulto inglés muy característico es el bastard. Esta palabra no significa sóla y únicamente «bastardo», sino que volvemos al contexto y a la situación. Podemos usar «capullo», «gili******», «cab***», y unos cuántos más que seguro se os puedan ocurrir de ese estilo (me tengo que autocensurar que estos no son modales…).
Subtitulado. Este medio siempre es más delicado, primero por la falta de espacio, y segundo, porque los insultos escritos siempre quedan más fuertes visualmente y provocan un impacto mayor sobre el espectador (y lo mismo se puede aplicar al lector de un libro). Evidentemente, todo depende del entorno en el que nos estemos moviendo, así que voy a enlazar con el árabe gracias a una película marroquí que se proyectó en la Escuela de Traductores en original con subtítulos en castellano hechos además por ellos mismos.
Enlazo ahora con los insultos en árabe. En esta lengua los peores insultos son palabras que designan animales, como «kalb» (perro) o «himar» (burro). En español estas dos palabras tienen la connotación de que ser «perro» es ser un gandul, y ser un «burro» significa ser analfabeto (que aunque no tengo la percepción de la lengua árabe vivida como materna, me parece que poco tienen que ver con la significación española… si no es así corregidme, gracias ^^). El caso, no podemos traducir estas dos palabras literalmente porque la traducción quedaría realmente pobre: son insultos con una carga muy ofensiva en la lengua de origen y no nos podemos quedar cortos en la lengua de destino, por lo que tendremos que jugar con palabras de ofensa similar en español.
Y reengancho a cuento de esto con el tema anterior de la subtitulación. Proyectaron la película «Casanegra» en original marroquí subtitulada al castellano, como ya he comentado.
La película se desarrolla en Casablanca y tiene como protagonistas a dos jóvenes que tienen que buscarse la vida como buenamente pueden en un ambiente no muy amigable que digamos, por lo que todo el lenguaje que se utiliza en la película es bastante barriobajero y lleno de insultos. En este caso, los insultos son una marca de escala social dentro de la película, por lo que no se pueden ni suavizar, ni eliminar (recuerdo que en una escena un francés los llama en marroquí: «wulad ez-zenqa», literalmente «chicos de la calle». Traducción del subtítulo: «escoria». A mi parecer, sencillamente maravilloso).
Como vemos una vez más, todo dentro del mundo de la traducción es relativo y no hay soluciones únicas ni perfectas. Ese es nuestro reto del día a día.