Uno de los temas delicados que encontramos en traducción es el de las relaciones de poder. No es fácil decidir en algunas ocasiones cuándo tenemos que traducir por «tú» o por «usted», ya que depende no sólo de la vertiente lingüística, sino también de la cultural (tanto la de origen como la de destino).
Cada idioma y cultura tiene establecidos unos mecanismos lingüísticos para diferenciar las relaciones de poder entre hablantes. Por ejemplo, en español peninsular diferenciamos entre el tuteo y el usteo, y empleamos el usteo cuando tenemos que dirigirnos a una persona mayor en edad o en rango; en cambio, en el español de Latinoamérica también emplean el usteo para dirigirse a una persona que desconocen, independientemente de la edad (podéis corregirme si me equivoco). En alemán funciona igual: emplean el pronombre Sie para dirigirse a cualquier persona que no entra en su círculo habitual de amistad, independientemente de la edad.
Luego tenemos lenguas más extremas como el japonés, donde las relaciones están marcadísimas por sexo, edad, rango y familiaridad con el interlocutor. Marcan estas relaciones con un sufijo al final de cada nombre para indicar la escala de respeto (la siguiente explicación la he sacado de esta página: http://mx.answers.yahoo.com/question/index?qid=20070601191643AAjVAI0):
-san ( -さん ): se añade después del nombre de las personas. Es un sufijo de cortesía y respeto (se utiliza tanto para personas de la misma edad como para personas mayores que tú).
-kun ( -君 ): se añade después del nombre, lo usan hombres y mujeres mayores cuando se dirigen a un hombre menor que ellos (si eres mujer no uses este sufijo con hombres mayores que tú)
-sensei ( 先生 ) – significa maestro; se le puede decir a la persona que te enseña artes marciaesl o al profesor de la escuela. También se utiliza para los médicos ( isha [医者] ), pero ¡cuidado! , sólo cuando estás hablando con el doctor directamente puedes añadir sensei, ejemplo: onaka ga itai sensei (me duele la cabeza).
-chan ( -ちゃん ): se añade después del nombre de personas mas jovenes que tú. Es una expresión de cariño y confianza: se usa para los amigos, familiares (hermana menor, hermano menor, primos menores, etc.) y niños. También se utiliza para las mascotas.
-sama ( -様 ) : es un sufijo de cortesía para personas importantes (es más respetuoso que -san).
-senpai ( -先輩 ): se añade después del nombre de la persona. Este sufijo es de respeto y cortesía para compañeros de trabajo, escuela, o que practican algún arte (shodō,aikido,kendo, etc..) en común contigo. Enfatiza que es una persona con más experiencia que tú.
Un jaleo, ¿verdad? Y en contraposición a esto tenemos lenguas como el inglés y el árabe, que carecen de pronombres o sufijos que marquen esas diferencias.
Y ahora es cuando viene el asunto espinoso. ¿Cómo reflejamos esas diferencias de poder en nuestra propia lengua? ¿Las reflejamos conforme al original o lo adaptamos a la cultura y a las normas de la lengua de destino? ¿Tenemos libertad para alterar las relaciones de poder que el autor establece según su cultura? O ¿acaso no sería libertad, sino el deber de hacer la lectura asequible para el lector (en este caso español) y evitarle «rarezas» en la traducción empleando fórmulas con usteo en situaciones en las que nosotros usaríamos un tuteo?
El caso del japonés por ejemplo da mucho juego y es muy interesante. ¿Qué hace un traductor cuando se enfrenta a todas esas partículas dentro de una obra? En español, a no ser que sepamos japonés, esa información no nos añade nada relevante, y de hecho, si el traductor decide dejarlas, debería poner una nota explicando el uso de dichas partículas al lector (en caso de que la obra vaya destinada a un público general no especialista en cultura japonesa, claro). Si decide naturalizar el texto, tendrá que hacerlo con todas las consecuencias, obviando las diferencias que marca el original y adaptándose a las situaciones tal y como se producirían en la cultura española, lo cual también supone una pérdida importante de información del original que no podemos reproducir mediante nuestra propia lengua porque carecemos de los mecanismos adecuados para ello. ¿Habría algún motivo para dejar las partículas si la obra va destinada a un público general? Claro que sí: el exotismo que infiere el uso de algo que para nosotros es desconocido.
De hecho, en las subtitulaciones de los fansubs se ven las diferentes opciones a las que se puede recurriralgunos dejan las partículas después del nombre (Kurosaki-kun, Enjin-sama, Nanao-chan). ¿Motivos? Pues porque suponen que va dirigido a un público que entiende del tema (gente aficionada al anime y al manga), porque si en efecto esa gente entiende un mínimo queda extraño escucharlo en el original y no verlo reproducido en los subtítulos, porque efectivamente queda «exótico» dejarlo así… y también tenemos la otra versión, gente que lo elimina porque piensa que no es indispensable y que lo único que hace es liar al espectador-lector. En un doblaje por ejemplo sería diferente, y tengo casi por seguro que las relaciones se transferirían sin dudas con un «usted» aplicado a las relaciones tal y como las mantenemos en español, conservando sólo del original la partícula «sensei», ya que es la más conocida de las que hemos citado.
¿Y qué pasa en el caso contrario? Pues habrá que adaptarse al contexto, como es el caso del inglés. Si es una relación entre amigos, compañeros de trabajo, jefe-empleado, profesora-alumno… aquí será el traductor quien deba evaluar el tono a emplear, y si debe ir cambiándolo gradualmente a medida que pasa la obra o no. Un ejemplo: una empleada tiene un romance con su jefe. ¿Cuál es el trato que se dan en la oficina después de salir de la cama? ¿Mantienen la distancia para ocultar los hechos o cambian la forma de tratarse llamándose de «tú»?
A veces lo que parece más evidente a la hora de traducir no lo es tanto…