No sé cuántos de vosotros, mis lectores, [des]conoceréis el ciclo que se sigue en un proceso de traducción. Normalmente, cuando se detectan fallos en una traducción, tendemos a echarle la culpa siempre al traductor. No obstante, la figura del traductor no es la única parte implicada en el proceso de trasvasar ideas de una lengua a otra. O, al menos, no suele serlo. Y en el peor de los casos, si lo fuera, lo cierto es que no debería (si bien se dan casos en que el propio traductor ejerce de autorrevisor, con todos los riesgos que ello conlleva para la calidad del proyecto, y aclaro: esto no lo digo porque sea un mal profesional que necesite tener a alguien para corregir sus fallos, sino porque tras una traducción, es difícil ver los errores que cometemos nosotros mismos).
Con ánimo de contribuir un poquito más a difundir cómo funcionamos, quiero dedicar esta entrada a explicar cuáles son las fases y los actores implicados en algunos procesos de traducción para que veáis que no siempre tiene por qué ser el traductor quien tiene la culpa de los fallos que podemos encontrar en un texto que llegue a nuestras manos.
De forma general, podemos decir que el proceso de traducción más básico sigue las fases que expongo a continuación: (más…)