• La autora

    Mi nombre es Eva María Martínez. Licenciada en TeI por la UMU en 2009, he trabajado como in-house durante más de 3 años y he dedicado otros cuantos al fansubbing. En la actualidad soy traductora autónoma y coordinadora de la Revista Traditori.

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Las guías de estilo

Esto es algo del mundo de la traducción que no trata en la Universidad. Bueno, sí, nos enseñan que existen la RAE, el libro de estilo de El País, la Fundéu BBVA o el Diccionario Panhispánico de Dudas como algunos de los materiales de consulta que deberemos tener siempre a mano.

Creo que huelga decir que cuanto más material de consulta se tenga, mejor que mejor, ya que las decisiones que tomemos sobre el papel deberán estar siempre justificadas por una fuente de autoridad, y no por un «es que así me gusta más». Si algún punto de la RAE no nos convence, podemos acudir a otros libros de estilo o a otras gramáticas para consultar qué dicen al respecto y, si alguna nos ampara en nuestro desacuerdo, ya tenemos donde poder escudarnos ante el cliente si nos pide explicaciones, siempre y cuando no nos haya puesto ninguna norma concreta antes de empezar el protecto, claro (hablaré de esto un poco más adelante).

(más…)

Ookiku Furikabutte – Torneo de verano

Al fin (después de… ¿casi un mes? xD) se ha publicado el primer capítulo de Ookiku Furikabutte – Torneo de verano que traduje para Inshuheki Fansub en colaboración con AU (el número 7) y que dio pie al post de Traducciones especializadas… con pelotas. Si os interesa echarle un vistazo, os lo podéis descargar desde mi página de Proyectos con Anime Underground, desde la página de Inshuheki o desde Anime Underground.

Mi pesadilla con la terminología continúa, aunque después de 3 capítulos (ya estoy trabajando en el décimo) me he acostumbrado a los términos (me voy confeccionando mi propio glosario) y hasta empiezo a entender algo (yo es que para los deportes soy nula, no entiendo ni el fútbol, así que imaginaros esto que me es totalmente ajeno). Eso sí, es raro el capítulo en el que no necesito de un oído que entienda japonés para aclarar la traducción inglesa, y siempre me toca pegarle una buena revisión para reformular antes de mandárselo al corrector (porque a veces salen unas cosas que por el amor de Dios….).

Si os la bajáis, ya me diréis qué os parece :).

Traductor… ¿traidor?

Los que nos dedicamos a la traducción sabemos que los subtítulos no pueden abarcar la totalidad del mensaje por una serie de restricciones técnicas (número de caracteres en pantalla: 32 para televisión y 40 para cine por línea, con un máximo de dos líneas por cada parlamento), y que ello no significa que el subtítulo sea infiel al original como muchas veces escuchamos: el traductor está obligado a abreviar el mensaje y decir lo máximo posible (o lo más importante quitando información superflua) con un número máximo de caracteres. Es decir, que tendrá que usar los sinónimos y la sintaxis más breve para expresar lo mismo que el personaje (y más en español, que las palabras son más largas que en inglés).

Sin embargo, el otro día vi un anuncio de colonia para hombre en versión original subtitulado. Todo bien, hasta que llegado casi el final del anuncio encontré lo siguiente:

ORIGINAL:
I’m not going to be the person I’m expected to be anymore.

SUBTÍTULO:
No soy quien esperabais.

Y, como traductora, me sentí un tanto… ¿indignada? No sé muy bien qué adjetivo usar, me quedó un sabor extraño al ver esa traducción. Se ha querido abreviar tanto el mensaje que, bajo mi punto de vista, se está obviando al espectador una parte importante del mensaje del protagonista del anuncio. Él quiere significar: «paso de ser la persona que se supone que debo ser, y que además vosotros esperáis que yo sea». Y lo que a mí me transmite el subtítulo es: «creíais que era fulanito, pero en realidad soy menganito, os he engañado a todos». Pienso que con unos 30 caracteres con 2 líneas disponibles se podía haber hecho una traducción más aproximada a lo que quiere decir el original, aunque fijaos en que podemos arreglar bastante bien la traducción añadiendo un solo elemento: «Ya no soy quien esperabais». Con ese simple «ya» le estamos añadiendo un valor, un matiz que nos hace ver que, a partir de ese momento, las cosas son diferentes: «Esperabais que fuera de una forma, pero ya no soy el mismo, he cambiado». Un pequeño añadido y estamos más cerca de lo que dice el original.

¿Qué os parece a vosotros?

La importancia de la lengua materna en la traducción

Leyendo el debate sobre el doblaje de películas en España en el blog de Bartman de Jesús Álvaro (gracias Verónica por compartirlo vía Twitter) me he encontrado con las siguientes declaraciones de Ángel Gabilondo, Ministro de Educación español, donde propone revisar el doblaje para mejorar el nivel de inglés en los españoles.

Todo esto me parece muy bien: está claro que en España no tenemos cultura de idiomas y que hay muy poca gente que sepa manejarse y desenvolverse bien en una segunda lengua extranjera. Eso ya lo sabemos todos. Pero hay una cosa que me hace gracia y no deja de resultarme irónico, y es el poco cuidado y el poco énfasis que ponemos en nuestro propio idioma. Antes de preocuparnos por cuántos idiomas extranjeros sabemos, deberíamos preocuparnos por el nivel que tenemos de nuestra propia lengua, que en España es bastante pésimo y está más que demostrado. No dejo de ver en las noticias comentarios sobre lo mal que escribimos los españoles y lo (casi) catastrófico de la situación en cuanto a ortografía se refiere por la influencia de la escritura chat y móvil, sobre todo en niños y jóvenes. La manía de cambiar la c por las k (no sé a cuento de qué, porque ocupan exactamente lo mismo), no saber distinguir entre «haber» y «a ver» (fallo con el que me sangran los ojos y que por desgracia lo veo continuamente), escribir verbos compuestos sin hache, cambiar b por v alegremente, etc. Y de las tildes mejor ni hablamos, claro, eso ya es misión imposible. Lo peor es que estos fallos no se limitan a los niños pequeños y a los jóvenes (que me parece muy grave), sino que conocidos míos que han acabado o se están sacando una carrera también cometen fallos de este tipo, lo cual me parece una aberración. Está claro que eso es un problema de base: en los colegios no se hace lo suficiente para obligar a los niños a memorizar, no son lo suficientemente duros como para obligarlos a tener una ortografía limpia y libre de errores. Y desde luego, no son capaces de educarlos para irse a un diccionario o a una gramática cuando tengan dudas sobre ortografía. Porque encima, levantar el culo de la silla para ir a buscar un libro que ni te importa ni te interesa, cuesta trabajo.

Hay otro pequeño detalle. Si a los niños no se les obliga a fijar su lengua materna al tiempo que aprenden un idioma extranjero, terminan mezclando la ortografía de ambas lenguas. Algunos ejemplos (tanto de inglés como de francés): garaje / garage, gobierno / goverment (govierno), deber /devoir (dever), haber/ avoir (haver). No sé si os parecerá una chorrada, pero de estas me he encontrado a montones. Y sólo se soluciona a base de memorizar, cosa que parece que cada vez se practica menos. Porque leer ayuda mucho, pero resulta que siempre no es efectivo para ayudar a mejorar las faltas de ortografía. Tengo un conocido cuya pasión por la lectura era bestial, y a pesar de engullir libros y libros, tenía unas faltas para morirse. Y las preguntas eran del tipo: ¿Huelva se escribe con b o con v?

Y ahora retomo mi primera idea. Me parece un fallo pensar que aprender una lengua extranjera es más importante que dominar la tuya propia, y esto nos lo tenemos que aplicar los traductores con especial ahínco. Tenemos que conocer muy a fondo los idiomas con los que trabajamos con todo lo que ello implica (cultura, costumbres, etc.), pero jamás de los jamases podemos descuidar el español; no olvidemos que, al fin y al cabo, trabajamos hacia nuestra lengua materna, y un buen resultado siempre va a depender del conocimiento que de ella tengamos. Una buena traducción tiene que sonar a español, no podemos dejar que haya interferencias. Si pensamos que las hay, lo mejor es pasársela a alguien que no tenga conocimiento de idiomas extranjeros (familiar, amigo, pareja) y pedirle que se lea el escrito y que te diga si ve algo que le suene «raro» para poder reformularlo.

Y si esto es importante en traducción, imaginaos en interpretación, donde tienes apenas unos segundos de reacción para reformular toda una manera de interpretar una realidad. El público te tiene que entender, y para poder entenderte, tienes que transmitir en español, y no en algo que se le parezca porque suena a español pero está construído en base a un montón de estructuras ajenas a nuestra manera de expresarnos.

No sé qué opináis vosotros, pero a mí desde luego me indigna leer declaraciones como las de Gabilondo. ¿Que hay que mejorar el nivel de aprendizaje de idiomas en España? Por supuesto. ¿Que se debe fomentar la salida de alumnos al extranjero en la ESO y en Bachiller? Lo veo buena idea, por qué no. Al fin y al cabo son experiencias y es una manera de abrir mundo a los jóvenes. ¿Que deciden imponer una prueba oral en selectividad para los idiomas extranjeros? Lo veo lógico, una lengua es algo vivo y la realidad es que se habla, aunque para eso habrá que obligar primero a los institutos y colegios a que las clases se den casi íntegras en el idioma, cosa que apenas se hace. Pero antes de preocuparnos por todo esto, vamos a preocuparnos por el nivel de lengua española, que al fin y al cabo, es nuestro vehículo primario de comunicación.  ¿Os imagináis presentaros a un proceso de selección de una empresa y ser capaces de pasar impecables una prueba de idioma, pero cometer varios fallos gordos durante la entrevista en español? (dequeísmos, laísmos, loísmos, usar palabras de manera incorrecta porque no sabéis su significado, pero «quedan bien»…). A mí me daría mucha vergüenza que me tiraran para atrás por no dominar mi idioma. ¿Y a vosotros?

¿Qué trabajos debemos aceptar?

Veo que el tema de qué trabajos aceptar o no está candente últimamente en los blogs. Entradas como la de Tarifas, tarifas, tarifas , de Pablo Muñoz, o la de Dime quién eres, y luego hablamos, de Verónica García, han puesto de relevo algunos puntos que debemos tener en mente antes de aceptar o no un encargo (os recomiendo que os deis una vuelta por sus blogs 😉 ).

A mí me gustaría ir algo más allá y tocar otros aspectos relacionados que tal vez estamos menos acostumbrados a tratar. Por marzo de este año 2010 organicé como presidenta de la Asociación Murciana de Estudiantes de Traducción e Interpretación unas jornadas de ética y práctica de la traducción y la interpretación en la que participaron mayormente profesores de la Licenciatura de Traducción de la Universidad de Murcia y en la que afortunadamente pudimos contar con la presencia del Dr. Salvador Peña Martín, quien imparte diferentes módulos sobre la materia en el Máster Oficial en Traducción, Mediación Intercultural e Interpretación de la UMA y en los Seminarios de Traducción Árabe-Español de la Escuela de Traductores de Toledo (que fue donde tuve el placer de conocerlo y recibir sus clases). Con estas jornadas quería plantear una actividad en la que una serie de profesionales (los profesores en este caso) expusieran y debatieran ante los participantes casos reales donde nuestra ética profesional o personal pudiera interferir en nuestro trabajo como traductores e intérpretes. Porque las tarifas no es lo único que debemos tener en cuenta a la hora de aceptar un trabajo.

En mi post Moralidad y traducción ya di algunas pinceladas sobre el tema. Ahora os doy otro ejemplo, esta vez más crudo: ayer estaba con la tele puesta cuando escuché que iban a dar un programa llamado 1000 formas de morir en Antena.Nova. Es una serie documental que narra muertes reales completamente absurdas o surrealistas. a pesar de los cutreefectos, son bastante explícitos a la hora de dar detalles en imágenes. El caso es que yo pensaba cambiarlo, pero mi hermana me dijo que lo dejara e, infeliz de mí, lo dejé puesto. La primera muerte era «normalilla»: un hombre que se caía por la ventana de un rascacielos. Te explicaban cómo había muerto por la caída (rotura de huesos y esas cosas). No salía nada fuera de una escena a lo CSI: el hombre en el suelo inerte con su sangre y sus historias. Pues vale, una menos.

Pero la siguiente sí que era más dura: contaba la muerte de un hombre que metió un pie en una trituradora (de estas que se usan para triturar madera, que tienen una especie de chimenea por la que sale todo lo triturado) y básicamente se convirtió en carne picada poco a poco, sintiendo cómo la máquina lo engullía y lo destrozaba. Además de las imágenes explícitas, este episodio de muerte contaba con un narrador (el compañero) que lo había vivido todo en directo y daba todo lujo de detalles sobre lo ocurrido. Pues bien, si con leer una simple descripción de los hechos ya os mareáis, imaginad que llega a vuestras manos un texto de esas características, y que además el cliente te manda el vídeo donde las imágenes dan todo lujo de detalles, por si algo del texto no te queda claro (o porque vas a hacer el trabajo de traducción y el de sincronización y necesitas el vídeo por narices).

Otro ejemplo: la serie de películas Saw, donde las escenas son crudísimas. Si sois fans estaréis encantados de aceptar el encargo. Pero, ¿y si sois de los que se marean haciéndose una simple analítica? ¿Aceptaríais el encargo sabiendo de antemano lo que os espera por delante? Vale que si nos enfrentamos sólo al texto a lo mejor no nos afecta tanto (me vienen a la mente las novelas de Stephen King que tanto he leído), pero, ¿y si vamos a encargarnos también de la sincronización, como he dicho antes? (y aunque no sea frecuente que se encarguen las dos cosas al traductor tampoco sería raro que nos lo pidieran). ¿Tendríais estómago para repasar una y otra vez escenas con las que sabemos que somos incompatibles para hacer un buen trabajo de sincronización?

Y ya no sólo en traducción. Pasemos al terreno de la interpretación. ¿Aceptaríais un encargo de un congreso de medicina donde de antemano os dicen que van a proyectar imágenes en detalle de una intervención quirúrgica cuando no sois capaces de ver ni la sangre en los dibujos animados?; Si os llamara la DGT para que interpretéis en un encuentro sobre accidentes de tráfico en motoristas donde piensan proyectar varios vídeos e imágenes con imágenes reales de accidentes y sus consecuencias, ¿diríais que sí si sabéis que sois personas sensibles, o que incluso habéis tenido alguna experiencia cercana por parte de familiares, amigos, etc.?

Y ya no sólo con la sangre. Esto puede aplicarse a temas igualmente candentes como política o religión.

A lo que me refiero es… estamos de acuerdo en que tenemos que ser profesionales, y que no nos podemos permitir el lujo de andar rechazando proyectos continuamente porque entren en conflicto con nuestras creencias, ideologías u otras opciones. Pero sí es cierto que debemos tener en cuenta nuestras limitaciones personales a la hora de aceptar ciertos trabajos, porque a veces hacernos los valientes con algo que sabemos de antemano que choca con nosotros y pensamos que podemos dominar puede resultar en quedar mal ante un cliente, cosa que tampoco nos conviene.

En mi caso en particular, soy muy sensible con todo lo que se haga sobre seres vivos conscientes, y por ello tengo muy claro que si me ponen delante un encargo como 1000 formas de morir, Saw o La casa de los 1000 cadáveres, probablemente no lo aceptaré habiendo imágenes de por medio. No por nada, es que simplemente sé que no voy a hacer un buen trabajo porque mi nivel de sufrimiento durante la visualización es altísimo y mi cerebro no admite esa información. Y yo, antes de quedar mal con el cliente por no poder terminar el encargo, prefiero explicarle los motivos razonados de mi rechazo y proceder inmediatamente a recomendarle a un compañero. De este modo, me hago un favor a mí, se lo hago a mi cliente por solucionarle el «plantón» que acabo de darle y al compañero al que recomiendo por pasarle trabajo (eso sí, estad seguros de que vuestro compañero recomendado no va a actuar igual que vosotros xDDDD). Y por supuesto, le haré saber que para cualquier otro encargo que no toque esa temática, estaré encantada de seguir a su disposición.

Traducciones especializadas… con pelotas

Que no os asuste el título de mi post de hoy, por favor xD.

Resulta que mis manos ha llegado una traducción especializada de manos del fansub Anime Underground (de aquí en adelante y para todos mis posts AU), del cual formo parte ahora como traductora y correctora (sí, _TheAway, sin puesto confirmado hasta que algo de lo que haya hecho se publique en la web, ya lo sé =D). Os pongo en antecedentes: este fansub está sacando en colaboración con Inshuheki Fansub una serie llama Ookiku Furikabutte – The Summer Tournament Chapter (aquí tenéis los detalles de la serie en su primera temporada). Tenían un traductor para la serie (onofrecr) que se ha ido a Japón (¡¡si me lees, me muero de la envidia, que lo sepas!!) y por tanto les ha dejado la serie colgada en el sexto capítulo. Y ahí es cuando entro yo: mi primera tarea dentro de mi nuevo fansub es ni más ni menos que continuar esa serie que está a medias.

Ookiku FurikabutteOokiku Furikabutte

Primeras observaciones

Lo primero, esta serie va ni más ni menos que de béisbol. Para mí que el deporte no me gusta (no conozco ni las normas del fútbol, con eso os lo digo todo), algo así supone un auténtico reto, ya que mi vocabulario en la materia no va mucho más allá del home run, el bate, las bases, el cátcher y el pítcher. Y gracias a Los Simpson, que si no, ni eso.

Segundo, es una temporada que continúa una serie que ya se emitía en antena (es decir, que ya tiene precedentes a nivel de guión, que puede continuarlo o no, pero ya se conocen los personajes y la trama).

Tercero, yo engancho a partir del capítulo 7, con 6 capítulos que ya estaban traducidos por otra persona. Es decir, que en cierto modo ya se ha generado un estilo a seguir.

Pasamos a la acción

Aquí vamos a distinguir algo importante, a saber: lo ideal y la realidad.

Lo ideal: en mi caso, que desconocía la serie por completo, lo ideal hubiera sido verse las temporadas anteriores para ver de lo que va, conocer a sus personajes principales, la trama, hacerme un poco con la terminología… y por supuesto, verme los 6 capítulos traducidos por el compañero anterior para entrar en calor con respecto a la nueva temporada y ver su estilo de traducción. Añadido a eso, la documentación es fundamental: leer sobre este deporte, sus normas, el terreno de juego, los jugadores, las posiciones, equipo, tipos de lanzamiento… en resumen, haberme empollado la situación de cabo a rabo para poder entenderla en la serie.

La realidad: la serie llevaba 3 capítulos atrasados donde la traducción es el primer eslabón  de la cadena y yo no tengo tiempo material para verme las temporadas anteriores con tranquilidad (a razón de unos 25 minutos por capítulo). Tampoco me sobra el tiempo para investigar con tranquilidad la historia del béisbol con todos sus detalles (aparte del tiempo que me puede llevar entenderlo, porque es un poco complejo al menos para mí).

Mi gran suerte: estar en contacto con el corrector de la serie (que además había traducido la primera temporada) para poder preguntarle mis dudas sobre la terminología.

Con estos ingredientes, lo que hice fue abrir mi archivo .mkv del capítulo subtitulado en inglés y verme el 7, que era el que me tocaba traducir, de cabo a rabo para ver lo que me esperaba.

Lidiando con la terminología

La terminología del béisbol tiene una peculiaridad, y es que te puedes volver loco intentanto averiguar qué es cada cosa si no conoces el deporte. Hay jugadas que tienen designación en español, otras que tienen designación en español pero aun así se usa el término en inglés, otras que mezclan inglés y español, otras que usan una explicación del término… y aquí es donde entra en juego un factor muy importante: el público al que va dirigido la serie. ¿Por qué? Pues porque por la temática de la serie podemos deducir que la gran mayoría de nuestro público procederá de Centroamérica y Sudamérica (no creo que haya mucho aficionado al béisbol por España, aparte de un amigo mío al que enganché vilmente y sin piedad para avasallarlo con mis dudas xD).

Dependiendo del público usaremos una terminología u otra, ya que en América tenderán por ejemplo a usar más calcos del inglés o los mismos términos ingleses. Unos ejemplos:

  • Right /center/ left fielder —-> Jardinero (derecho / central / izquierdo; Centro y Sudamérica), exterior (España).
  • Outfielder —–> Guardabosques.
  • Pull (a ball) —-> halar un bateo (Centro y Sudamérica); golpear la pelota, conseguir un golpe (España).
  • Flyball —-> bola elevada (también he visto que usan «bola de fly«).
  • Bunt —-> golpe de sacrificio (como para adivinarlo, esto me lo explicó mi amigo Tenshi).
  • Home run —> en español existen equivalentes como «cuadrangular» o «vuelacercas», pero se usa el término inglés.
  • Foul, home, safe, strike, change-up: se usan directamente en inglés.
  • Course: trayectoria (de la bola).
  • Squeeze play: jugada de cuña.
  • Swing: hacer un swing, abanicar.
  • First, second, third baseman: primera, segunda, tercera base. También he visto que seusan inicialista, intermedista y antesalista, pero es más frecuente la primera denominación.
  • Walk: base por bolas

Y así una laaaaaarga lista (y las que me queden por descubrir). Por supuesto, por mucho que yo tenga la traducción de los términos al español, me sigue sonando todo a chino, por lo que tengo que investigar en qué consiste cada jugada, cuál es la designación más común en español de cada término, etc. Y lo más difícil con diferencia es darle el significado exacto a la frase y comprobar que no estás diciendo ninguna burrada técnica.

Moraleja: traducir algo que no entendemos nos hace la tarea muuuuy cuesta arriba… a no ser que tengáis un amigo que entienda el idioma origen y encima sea un entendido del tema que estás tratando (es decir, en mi caso , tener un amigo que sepa japonés y que, además, sea una enciclopedia andante de deportes… desde luego tengo más suerte que un «quebrao»… ¡mil gracias, Tenshi!) .

Traductores, gente con arte

Ayer me ocurrió algo que me impactó. Fui a darme de alta en la bolsa de trabajo de una localidad más o menos cercana y al decirle a la chica que era traductora e intérprete me miró y me dijo: «¿Traductora? Si eso tiene que ser dificilísimo, ¿no? Yo es que lo veo como algo imposible.»
Pero eso no quedó ahí. Comenzó comentándome que admiraba a todos los que trabajábamos con idiomas, porque es algo muy difícil de aprender y de mantener y, por el contrario, muy fácil de olvidar, y que ella se sentía incapaz de algo así. Después de este precalentamiento, se metió de lleno en sus impresiones sobre nuestro trabajo, en la tarea de los traductores: me habló sobre la teoría de la imposibilidad de la traducción, sobre lo difícil que debía ser casar diferentes estructuras mentales y concepciones del mundo entre dos lenguas para que el resultado quedara natural en la lengua de destino sin ser traidor a la lengua de origen y del rompecabezas que debía suponer tener en cuenta mil factores para consegir un buen resultado. Hizo una referencia concreta a los traductores que lidian con poesía, género que supone un reto por sus características especiales como son las cuestiones métricas y sonoras, y también hizo mención a los traductores literarios en general y al gusto que le daba leer una novela que estuviera tan bien traducida que prácticamente olvidaba que lo que estaba leyendo no era un original.
Concluyó sus impresiones afirmando que hay que ser un artista para jugar así con los idiomas y hacer posible algo que, de entrada, no podría darse teóricamente porque no se puede trasladar una forma de concebir el mundo a otra lengua que no tiene la misma concepción del mismo mundo. Básicamente, me resumió en unos 20 minutos-media hora todas las teorías que me tuve que empollar a lo largo de cuatro años de lingüísitica en la carrera. Y esta mujer no era lingüista. Todo lo que decía lo había extraído de su sentido común. Eran reflexiones puramente personales. No pude evitar sentirme halagada como profesional al ver que de verdad admiraba nuestro trabajo, que se sentía impresionada con lo que hacemos porque lo considera completamente imposible de llevar a cabo.

Y me sentí halagada porque esta es la primera vez que escucho un comentario de esas características de boca de alguien que no forma parte de nuestro círculo. Porque estoy harta de ver cómo menosprecian e infravaloran nuestro trabajo, cómo nos ningunean, cómo una gran mayoría piensa que cualquiera que «sepa un idioma» (y lo entrecomillo porque cualquiera que haya hecho un curso de 3 meses ya se considera «sabedor» de ese idioma) puede dedicarse a traducir, porque eso no tiene ninguna dificultad. Porque estoy cansada de que nos vean como a los últimos monos y que seamos poco más que «los chicos de los cafés», como a algo de lo que se puede prescindir. Porque estoy hasta las narices de los comentarios tipo «no, si tengo un familiar que sabe inglés, ya le digo a él que me lo traduzca». O en casos más graves como interpretación en los juzgados: «¿Que no hay disponible un intérprete de chino? Da igual, que la acusada que chapurrea más español interprete para su compañera» (esto es verídico, ocurrió en los juzgados de Madrid).

Este artículo va dedicado a todos vosotros, compañeros traductores. Porque ya sabéis que al menos una persona ajena a nuestro mundo valora nuestro trabajo como nos merecemos. Esperemos que haya más gente como ella, aunque yo aún no la he descubierto. Felicidades a todos por vuestra labor y a seguir trabajando para hacer posible lo imposible.

Los insultos, esos elementos «jodidos» de traducir

Tras un montón de tiempo de inactividad vuelvo al ataque, y esta vez dedico un post al tema de los insultos. Porque aunque lo parezca, nunca es fácil decidir a qué nivel vamos a traducir un taco en ningún soporte (audiovisual o escrito).

No sé si sabréis que el español es una de las lenguas más ricas en cuanto a insultos (que, para quien le interese, están recopilados en El gran libro de los insultos), y además insultos a todos los niveles, desde «tonto» hasta otras cosas que mejor no pongo porque entonces me vetan el blog.

El arte de traducir los insultos está en ser capaz de buscar el equivalente en la lengua de destino no perfecto, sino adecuado a cada situación y soporte que estemos trabajando, ya que cada lengua tiene una manera diferente de conceptualizar la realidad. Voy a intentar poner algunos ejemplos en inglés y en árabe.

Empezamos por el inglés y voy a tocar el soporte audiovisual, que cómo no, siempre es el más afectado por estas cosas. Dentro del soporte audiovisual tenemos dos posibilidades: el doblaje y la subtitulación.

  • Doblaje. No sé si os habréis fijado en que la lengua inglesa abusa del adjetivo fucking para todo. He aquí un vídeo que lo demuestra claramente (se puede seguir perfectamente en inglés):

    Bueno, después de las risas os habréis dado cuenta de que es real como la vida misma. La pabra fuck en inglés no tiene la única traducción de «joder» o «jodido», sino que en español se le puede dar un amplio espectro de posibilidades gracias a la riqueza «insultadora» de nuestra lengua (por eso me chirrían los oídos cada vez que escucho en un doblaje: «¡Es que ese jodido perro me ha mordido!» Por favor, eso no suena natural en español, podemos usar en su lugar «puñetero», «desgraciado», «maldito»…). Lo que pasa es que estamos tan acostumbrados a escucharlo que ya el oído se hace a escucharlo, pero si os paráis un poco y lo miráis con detenimiento, ese adjetivo no lo utilizamos en nuestro lenguaje del día a día.
    Otro insulto inglés muy característico es el bastard. Esta palabra no significa sóla y únicamente «bastardo», sino que volvemos al contexto y a la situación. Podemos usar «capullo», «gili******», «cab***», y unos cuántos más que seguro se os puedan ocurrir de ese estilo (me tengo que autocensurar que estos no son modales…).

  • Subtitulado. Este medio siempre es más delicado, primero por la falta de espacio, y segundo, porque los insultos escritos siempre quedan más fuertes visualmente y provocan un impacto mayor sobre el espectador (y lo mismo se puede aplicar al lector de un libro). Evidentemente, todo depende del entorno en el que nos estemos moviendo, así que voy a enlazar con el árabe gracias a una película marroquí que se proyectó en la Escuela de Traductores en original con subtítulos en castellano hechos además por ellos mismos.
  • Enlazo ahora con los insultos en árabe. En esta lengua los peores insultos son palabras que designan animales, como «kalb» (perro) o «himar» (burro). En español estas dos palabras tienen la connotación de que ser «perro» es ser un gandul, y ser un «burro» significa ser analfabeto (que aunque no tengo la percepción de la lengua árabe vivida como materna, me parece que poco tienen que ver con la significación española… si no es así corregidme, gracias ^^). El caso, no podemos traducir estas dos palabras literalmente porque la traducción quedaría realmente pobre: son insultos con una carga muy ofensiva en la lengua de origen y no nos podemos quedar cortos en la lengua de destino, por lo que tendremos que jugar con palabras de ofensa similar en español.
    Y reengancho a cuento de esto con el tema anterior de la subtitulación. Proyectaron la película «Casanegra» en original marroquí subtitulada al castellano, como ya he comentado.
    La película se desarrolla en Casablanca y tiene como protagonistas a dos jóvenes que tienen que buscarse la vida como buenamente pueden en un ambiente no muy amigable que digamos, por lo que todo el lenguaje que se utiliza en la película es bastante barriobajero y lleno de insultos. En este caso, los insultos son una marca de escala social dentro de la película, por lo que no se pueden ni suavizar, ni eliminar (recuerdo que en una escena un francés los llama en marroquí: «wulad ez-zenqa», literalmente «chicos de la calle». Traducción del subtítulo: «escoria». A mi parecer, sencillamente maravilloso).
    Como vemos una vez más, todo dentro del mundo de la traducción es relativo y no hay soluciones únicas ni perfectas. Ese es nuestro reto del día a día.

    La sal de la tierra

    Yo entiendo que un traductor que se dedica a traducir películas tiene un plazo de 5 a 7 días para hacer la traducción de una peli de 1 hora y media – 2 horas, lo cual es muy poco tiempo aún dándote el guión (si no te lo dan, para qué quieres más. Entonces se convierte en «La Semana del Café»). Pero este tipo de expresiones creo que no suponen problema para saber reconocerlas como idioms y buscarlas un poquito antes de hacer este tipo de cosas.

    El calco corresponde a la peli «Gracias por fumar» (muy curiosa, creo que levantó bastante polémica por los EEUU y lo cierto es que tenía ganas de verla). Ojos como platos cuando escucho en uno de los diálogos, refiriéndose a los cultivadores de tabaco:

    -Los cultivadores son buena gente. Son la sal de la tierra.

    Después de documentarme en San Google para no meter la pata antes de hablar, resulta que me encuentro con que el origen de la expresión es bíblico, tanto en español como en inglés, pero con una pequeña diferencia: mientras que el único lugar donde aparece esa expresión tal cual en español es en la Biblia (podéis comprobarlo vosotros mismos, meted la expresión en Google), con el significado de «ser cristianos genuinos» o «ser constructores de paz y testigos de amor» (entre otros mil que he ido leyendo), en inglés su significado ha pasado a formar parte del lenguaje diario y su significado ha evolucionado a «ser una persona muy buena y honesta».

    Os dejo un par de enlaces donde explican el significado en inglés:
    http://www.phrases.org.uk/meanings/310200.html
    http://idioms.thefreedictionary.com/be+the+salt+of+the+earth

    Por lo visto, Jesús emplea esta metáfora (que aparece en Mateo 5:13 para más señas) refiriéndose por sal a la influencia de los cristianos para impedir que la maldad se extendiera por el mundo y para preservar al mundo de la corrupción espiritual.
    En resumen, que el uso de la expresión «ser la sal de la tierra» queda limitado a lo eclesiástico en español, por lo que queda algo raro traducirlo así en un contexto que no tiene nada que ver con lo religioso y que además no entra en nuestro repertorio idiomático como expresión de la vida diaria en español. Así que ya sabéis: ¡prestad atención a estas cosas!

    Correcciones… ¡dolor de cabeza!

    Si hay algo que odie por encima de una traducción imposible (véase el Ulysses de James Joyce, que no lo he leído pero sólo sabiendo cómo es la obra creo que paso bastante, y compadezco al pobre traductor al que le tocara la tarea y no supiera en lo que se estaba metiendo), es corregir una traducción. Sí, da mucho dolor de cabeza.

    Llevo dos años traduciendo y corrigiendo por amor al arte para un fansub de anime y manga japonés (www.aksfansub.com) , aunque por supuesto, traduzco desde la versión inglesa (ya quisiera la moi saber japonés). Y si las traducciones a veces son horribles (no pasa mucho, pero algunas veces te encuentras con que lo que hay en inglés no tiene ni pies ni cabeza y te toca hacer uso de la imaginación para poner algo que te cuadre con el contexto, y no hablemos de los simpáticos juegos de palabras de los japoneses que toca siempre poner en notas con los kanjis correspondientes y los significados de cada uno por separado y en conjunto para explicar el chiste, o la cantidad de interrelaciones que hacen con respecto a otras series ya existentes, como ocurre en Lucky Star), corregir algo que no has traducido tú ya es la repanocha, sobre todo cuando la persona que lo ha traducido tiene otra variante del español diferente a la castellana, que siempre tienden mucho más a los calcos.

    Cuando corrijo, lo hago siempre con los subtítulos o el manga en inglés y al lado la traducción, porque si sólo tienes que fiarte de la traducción, apañados vamos. Y te encuentras de todo, desde frases en negativa traducidas por afirmativa (o a la inversa) hasta invenciones léxicas, sintácticas, gramaticales y todo lo que se os ocurra. Ni qué decir tiene el tema de los calcos sintácticos y léxicos. Los más odiosos son los sintácticos. Y lo peor es que cuando quieres ponerlo de forma que suene natural, tienes tan metida la estructura en la cabeza que no puedes ni pensar en cómo se dice eso en español.

    Resumiendo, que os animo a evitar este tipo de cosas.

    Os dejo una imagen del último anime que estoy corrigiendo: Minami-ke okaeri. Si os gusta la animación japonesa os la recomiendo, tiene sus puntazos =P

    Minami-ke okaeri
    Minami-ke okaeri